7 de septiembre de 2012

Batman: Estados Unidos asciende


En “Batman: el caballero de la noche asciende”, el superhéroe, achacado y recluido, después de ocho años de retiro, vuelve a la cancha. “Asciende” desde las tinieblas del olvido colectivo hacia el centro de la vida social. ¿Qué nos dice esta tercera entrega de la saga? ¿Qué nos resuena en su trama?

Hay una pregunta que atraviesa la trilogía: ¿tiene esperanza Ciudad Gótica? Los malos dicen que no. Batman está convencido de que si. En esta tercera película, quizás más que en las anteriores, la protagonista es la ciudad. ¿Qué es esa ciudad en torno a la cual gira el argumento del film?

Cuando Batman la invoca como la razón que inspira todos sus actos, nos remite a una ciudad que no está claramente en escena, tratamos de situarnos en su idea de ciudad, de una ciudad que merece su sacrificio. En la película, a los únicos que vemos dignos de su entrega es a los niños huérfanos y a parte de las elites empresariales (las que representan el capitalismo bueno, preocupado por la preservación de la sociedad); los dos, grupos de pertenencia de Bruce Wayne. Y, también, una fracción no corrupta de la policía, que será su aliada.

Por lo que resta, la ciudad son las masas en las calles, bajo el liderazgo de una secta emergida de los bajofondos. El pueblo en armas, pero amorfo, librado a la voluntad de un sujeto. El pueblo ignorante del peligro que corre, del peligro a la destrucción total al que lo expone su propio líder. Bane no es un mafioso, no es un terrorista y al final de la película descubrimos que tampoco es un fanático, pues todo lo hizo por su amor a Miranda Tate, la hija de Ra's al Ghul.

El mundo de Bane es el de la marginalidad, cómo le dice a Batman antes de la pelea en que lo deja postrado: para él la oscuridad no es un recurso, es el medio en el que nació y creció, su hábitat. Hay un trasfondo que organiza el relato y ese trasfondo es la lucha de clases. Los malos –tal como define Marx al proletariado- son los que no tienen nada que perder. Pueden ir por todo porque no tienen nada. Pierden muy poco si una bomba atómica vuela la ciudad.

Puede que de ahí se desprenda el mensaje de la película, un mensaje dirigido a las elites: cuidado con el pueblo, cuidado con los que no tienen nada que perder. Mientras nos quedamos encerrados bajo siete llaves en nuestras casas, por lo bajo, a niveles invisibles, se teje una amenaza: la amenaza de la insurrección –ciega, violenta- de las masas.

Por un lado, un aviso a las clases dominantes norteamericanas de que es necesario gobernar, ser activos, producir su hegemonía. Por el otro, un llamado a toda una nación a no dormirse en los laureles de las victorias pasadas. Al inicio de la película, Gótica es una ciudad triunfalista, corrupta, careta. Al final, al mismo tiempo que se remoralizan sus elites, recupera su espíritu patriótico.

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